viernes, 29 de julio de 2011

Arquímedes y el amor: Sentimientos generados y la necesidad de acercarse a un objetivo.

A veces es posible plantearse cuestiones que, en base a la estimación que se tiene por la otra parte, qué puntos de partida son efectivos para lograr algo que estamos buscando.

Los elogios son parte de un lindo problema en el que me puedo llegar a meter. Pero los dichosos, son posibles dado que la otra parte así los amerita.

Pero no se encuentra respuestas ante la finalidad del caso.

Generalmente las cosas funcionan con un motivo reaccionario en el buen sentido, emparentándose y cultivándose bajo la escencia teórica del principio de Arquímedes. Sólo que, la bañera aún me queda grande.

Se trata de tomar protagonismo, cuándo las cosas van bien. Luchar y se alegrarse. Puede hablar, llevando el cause de diálogo a los terrenos que a uno, lo hace sentir bien. Entenderse. Las palabras se cruzan, aunque estén ajenas a la naturaleza propia de una intención diferente. Es díficil. Las palabras se cruzan, y más aún cuándo ve que el contexto de las mismas caen en un pozo de confusión que afecta a una parte. Es uno, es otro.

La realidad, es que la vida funciona así, y no terminamos de conocer a la otra parte totalmente, aún cuándo hemos tenido éxito. Es la parte crítica de una situación que, siempre quisimos evitar. Se puede, no obstante,  acercarse a la perfección de la lucha por un objetivo, aunque a veces (o actualmente), se está lejos.

A veces la lejanía se emparenta a la confusión. Pero no porque uno quiera, es porque no hay de la otra parte un legado que dé a entender el juego y cómo son las cosas. Es posible que no esté a la altura de la circunstancias, pero aún así, se dá el caso de que ese juego de confusión, que se torna en masoquismo inconsciente, me haga sentir el hombre más feliz del mundo.

Es por eso que, acercarse al objetivo, no tiene porqué ser lo que pensamos, aunque esos pensamientos sean una expresión de deseo. ¿Qué será entonces?  ¿Es tán complejo aceptar el objetivo desde el punto de " no tiene porqué ser..."?

¿Estaré sentado mal en la bañera? Arquímedes era un fenómeno que tuvo un deseo de crecer intelectualmente y amar su descubrimiento, sentado en la bañera y correr desnudo gritándo "eureka, lo descubrí!". La verdad es que no sé si me sumerjo mal en la bañera o no,  creo que lo hago bien, pero si no hay nada de agua, nunca voy a poder descubrir mi propia tésis de deseo y de amor, que áquel gran físico, descubrió.

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