martes, 9 de agosto de 2011

¿Que se vayan todos o que se queden?: Obstinaciones de una clase hija de puta.

Los candidatos que siempre nos tienen acostumbrados. De hecho, uno recuerda aquél estallido social de 2001, con represión y muerte que,
colmó la paciencia de todos los ciudadanos argentinos. Quedó histórico y lamentablemente anecdótico aquél "Que se vayan todos, que no quede ni uno solo", en adornamiento sonoro de la Plaza de Mayo.

Pero mi idea es posterior a estos hechos, y persigue fines categóricos sobre la ética humana que adorna a la clase dirigente.  Es una forma coherente de manifestar cierto augurios emocionales sobre la situaciones que nos rodean cómo ciudadanos, omitiendo a que clase social pertenezcamos. Parece mentira, pero cuándo vemos gobernantes que nos dicen, "tengamos memoria", somos muy obedientes para el discurso paisajezco que ellos nos transmiten.

Hoy, 2011, somos un montón de ciudadanos que seguimos siendo víctimas del sistema. Pero el sistema no es el político, el sistema lo generamos nosotros, que aceptamos cuán verso nos dispongan... cualquier "pacto social" se dice. Nosotros generamos el mounstruo, y generamos el tranquilizante que les hace efecto temporalmente. En otro punto, sómos médicos y somos entidades divinas que los resucitamos, a veces... fuera de nuestra voluntad.

Tenemos un año electoral y no sabemos nuevamente poner el voto. Peor aún, no tenemos conciencia política, por más que los miserables trajeados digan, que "los jovenes tienen voluntad política".  Más yo les digo, que los pueblos no deberían rebajarse ante la salud "ética" de estos personajes que ocupan bancas, altos cargos y se disfrazan de progresismo.
Actualmente vivimos una confusión y  un desfasaje de tiempo absurdo y bizarro. Es evidente, la falta de comunicación y neutralismo de parte de funcionarios, omitiendo cualquier realidad que les sea desfavorable. La verborragia asquerosa de quienes son abanderados del modelo, cuándo son los mismos que durante el menemato cambiaron el bienestar subjetivo, por la desgracia ciudadana.

No hay disculpas, no hay etica, no hay gestos de nada.

Argentina es como un árbol, todos los días vemos sus gajos. En el 2001 las ramas quedaron maltrechas, las podamos, quitamos los gérmenes(algunos), y salió a relucirse. Pensamos que nuestra vista se llenara de júbilo y pasión, lo que es verdad. Sólo que al pasar el tiempo, no le dimos el cuidado necesario. Los gusanos volvieron a aparecer ¿O será que siempre estuvieron y se metieron bajo tierra?

Parte de la crisis se hereda por lógica de hombres. Los hombres son los mismos, y me da el contrato para manifestar cierta impotencia cuando ves, en las listas de candidatos para diputados nacionales y senadores nacionales, cierta gente que no debería ocupar los cargos, por más que la constitución los proteja, contemple o lo que fuese, según la conveniencia oportunista.

La otra pata del asunto, es el sector corrupto e inhumano funcional al empresariado argentino que conlleva al noviazgo del poder. Tenemos a burócratas sindicales o abanderados la misma como Carlos Enrique Gdanki, entreguista de Unión Obrera Metalurgica, integrando la lista del Frente Para La Victoria, en carácter de diputado nacional.
Tenemos al hijo de Moyano, ese que se dice llamar Facundo, para apaciguar las aguas de una retribución de poder, y como se dice, en lenguaje barrial, "te quedás chito".
En el sector más pujante de la raza política tenemos a la olvidada Graciela Giannettasio, Duhaldista ella, impulsora de la revolución educativa, denominada como EGB y Polimodal.

Hablar de Duhalde como candidato a presidente es un sentido propiamente crítico a primera impresión. Cuándo la caradurez se hace omnipresente, tenemos a este personaje que en su gloria de diálogo y orden, no puede ocultar su grado facistoide comparable al macrismo. No merece palabras, pero si atención.

Carrió que incorpora en su discurso la salvación política y las denuncias graciosas entierra más su locura galopante y su vocación política.

Ricardo Alfonsín, que boludeado por sectores de la derecha, cae un discurso estúpido, haciendo alianzas con el liberalismo berreta, pero peligroso.

Es poco análisis para tanta bosta en los partídos políticos.  Carteles y afiches con caras de hombres y mujeres sonrientes mostrándote el camino de una Argentina mejor, martirizando personajes que hicieron posible la frustración de los sectores más necesitados. Afiches con caras que representan la  fiel burla en la metrópolis capitalina, a un pibe que duerme bajo de un puente, con 1º de térmica. Afiches en villa de emergencias con rostros maquillados y cuerpos no mal vestidos.
Parece mentira, pero cuando vemos esto, da para pensar que el arbol sigue igual, se mantiene, y por más que cortemos las ramas podridas,  éstas vueven a crecer mucho más fuertes.

Mientras una señora expone la voluntad de los jóvenes cantando el himno nacional, cómo creyéndose renovadora del patriotismo, los demás apuntan a que la ídea pasa por ellos, como si ellos, fueran los abanderados y los únicos que tienen la posta.

De más está decir que todas los spots de campaña son de cuarta para abajo.

Se puede ser de derecha y muy honesto con el proyecto que propone la derecha; se puede ser de izquierda y corrupto... Ya no sé que es peor, si la caraduréz del gobierno "nacional y popular" o la otra caraduréz de la oposición que le sigue el juego.

Cómo corolario, se me viene un pensamiento que a pesar de los años puede servir para todos y rematarlos:

¿Qué parte del que se vayan todos no entendieron?

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