Lo que se recuerda, es eso. Lo que recuerda el hincha de Boca es eso. La mayor alegría de superclásicos en donde la cura ante la adversidad daba cátedra aquel 24/05/2000.
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M. Palermo, máximo goleador de la historia de Boca. |
Por donde pasó, el muro de aquel festejo con la camiseta de Villareal, produciéndole una fractura cuando iba a festejar con la grada trás un arco. Donde la angustia temporal se alzaba entre el dolor físico y el psicológico.
No existe el motivo aparente de la reconciliación sentimental de alguien con la frustración. Es que Palermo nunca hizo tributo a la palabra frustración, si no que... la burló. Los insultos, las opiniones cruzadas y peyorativas de aquellos que, en su afán de ser líricos del fútbol o quizás crean ser dueños de la verdad, por el simple hecho de habitar en otra vereda del equipo rival. Una persona no soportaría aún más la pérdida de un hijo, más bien si Palermo, que en un partido en la Bombonera ante Banfield pidió jugar marcando 2 goles (2006). El hijo, ese mismo día había fallecido a las dos horas de nacer.
Palermo tuvo dos fracturas de ligamentos cruzados de Rodilla, una en 1999 y otra en el 2008, aún así, dijo : "adelante".
Con todas la causas que, obviamente, no buscan sensibilizar al lector, si no dar un ejemplo de vida cualquiera sea el origen de las clases sociales, que aparentan la lejanía de un mundo corrompido por la desazón y el olvido ante causas desfavorables. Los seres humanos somos iguales en la medida que seamos hermanos de una vida en común. Porque Palermo, siendo referente de muchos, supo transmitir bajo su caracter austero, la capacidad para decir, sin decir, y actuar para alegrar. Sus goles se indexaban como himno a la alegría y representaban más que una simple estadística a forjar la historia.
Tuvo su Mundial, y tuvo su gol frente a Grecia, donde otros iban como figura. En donde otros se bañaban en el mediatismo mundial y hacían gala de sus dones partiendo desde su culpa y la representatividad propia de los medios de comunicación. Tuvo su insignia, para calmar la angustia de un pueblo, aquel fatídico 1-1 frente a Perú, en donde Palermo, aguardaba como león de mil batallas, esa bocha que jugueateaba entre la defensa peruana, pos buscapié de Federico Insúa. Esa es la realidad.
Así es Palermo, un tipo que se retiró en Boca, porque vió lo lógico. El afirmaba que su cuerpo posterior al partido con River este año, despues de anotar un gol, no le respondía. "Me hizo un click", decía entre el acongojamiento y la representatividad que eso significaba para él, y para la gente que lo amaba. Se retiró el delantero más importante de la historia de Boca, y uno de los 5 o 6 mejores jugadores de la historia del club, que si bien no es hincha del mismo, la gente misma le ha robado parte de su sentimiento, permaneciendo en la institución como mártir inquebrantable hasta el fin de los tiempos.
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