El final de todo empieza cuando sabemos bien que empezamos algo nuevo. Aprendemos de lo que hemos hecho en base a las convicciones propias de proponer cambios. Siempre estamos expuestos a un final, sólo que siempre lo retrasamos por las ganas de seguir intentando algo.
Si se busca la felicidad, dejemos que todo termine, para así aprender de lo bueno que conseguimos. La felicidad se genera en base a cambios humanos, que por eso mismo estamos viviendo. Nada de lo que empezamos lo martirizamos, porque si no seríamos dioses, y sabemos bien que estos, buscan eternizarse.
Somos dependiente de nuestra mente, y nos limitamos a que nos proponga el fin. A veces cuesta...
Terminemos todo de una vez si vemos que las cosas no funcionan; es seguro que mañana se tendrá otros nuevos desafíos, y muchos finales.
Asi como el amor termina, el odio también, sólo que éste último se prolonga más tiempo. Aún así, se será feliz, y lo único que no concluye, es la felicidad.
El fin siempre busca a los sabios. Lo eterno, a los hipócritas.
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